jueves, 14 de febrero de 2013


REFLEXIÓN



Aspectos Históricos


La atención jurídica y médica de los menores maltratados empezó a desarrollarse en la segunda mitad del siglo XIX. De manera individual, el médico francés A. Tardieu publicó en 1860 la primera monografía sobre el tema y el también médico estadounidense Silverman demostró con estudios radiológicos las consecuencias no visibles de los maltratos.
El primer proceso judicial que defendió a un menor (una niña) por los malos tratos recibidos por adultos (en su caso, su propia madre), tuvo lugar en 1874 en Estados Unidos. La acusación fue realizada por la Sociedad Protectora de Animales, por cuanto no existía ley alguna que amparase a los menores, aunque sí a los animales en general.
Estas labores pioneras dieron como resultado que antes de que acabase el siglo se creasen dos sociedades pro derechos de los niños: The Society for the Preventión of Cruelty to Children, en Nueva York, y The National Society for the Prevention of Cruelty to Children, en Londres.
La atención a los derechos de los menores es característica de la segunda mitad del siglo XX, que es cuando se les reconoce como sujetos de derechos. En 1959, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración de los Derechos del Niño; y, más tarde, en 1989, esa misma Asamblea adoptó la Convención sobre los Derechos del Niño.
Paralelamente a este interés en el estatus legal, se fue desarrollando la correspondiente atención a la comprensión y prevención del fenómeno.
En 1962 se publicó en Estados Unidos un trabajo científico titulado «Síndrome del niño apaleado» que incentivó de manera definitiva la atención a las víctimas de los malos tratos infantiles, incluyendo con ellos la reformulación de las medidas legislativas y la sensibilización de la opinión pública respecto del problema. En los países europeos más desarrollados, se produjo un fenómenos similar en los años siguientes.
Habiéndose registrado una alta incidencia de querellas de maltrato de niños y un esfuerzo único por este mal fue aprobada en varios estados de Estados Unidos la Ley Núm. 75 el 28 de mayo de 1980, en la cual se establecía que un menor era víctima de "maltrato o negligencia" cuando sufría daño o perjuicio, o se encontraba en riesgo de sufrir daño o perjuicio en su salud física, mental emocional, o en su bienestar, por las acciones y omisiones no accidentales de sus padres o de otras personas o instituciones responsables de su cuidado. En esta ley se estableció la política pública de protección a menores.
La atención de los expertos ha ido desde la casi concentración en los malos tratos de tipo físico a la apertura hacia, por un lado, la comprensión de los conceptos de negligencia y de maltrato emocional, y, por otro, el problema de los abusos sexuales. También, ha habido cambios en lo que se refiere a la percepción de los maltratadores (en principio, identificados con personas con problemas psíquicos y/o pertenecientes a contextos socio-económicos muy atrasados; después, asumiendo el perfil variopinto del maltratador infantil) y en la forma de abordar los problemas (en principio, la separación del maltratado de su entorno; después, el intento de rehabilitar ese entorno).


El Abandono Emocional



El abandono emocional es una forma de maltrato infantil, de acuerdo al Centro Internacional de la Infancia de París. Desgraciadamente, tendemos a pensar en esta situación como sinónimo de actos crueles y despiadados hacia los niños, cuando en realidad tiene que ver incluso con acciones tan simples como negarles una mirada de afecto o una tierna sonrisa. 
Nuestra psicóloga te informa sobre este problema que llega a pasar desapercibido, pero que hoy en día afecta a muchos niños.

¿Qué implica el abandono emocional de un niño?

- Abandonar emocionalmente a un niño tiene que ver con la falta de acción para atender sus necesidades, desde las más básicas como darle de comer, vestirlo, darle seguridad y techo, y atención médica, hasta no permitirle el contacto social, el no proporcionar suficientes recursos para su desarrollo académico o de recreación, así como el no impedir daños físicos generados por otras personas. 
- El abandono emocional también implica que el niño no reciba suficiente amor, afecto,       estimulación, apoyo y protección. 
- La falta de una respuesta, por parte de los padres o cuidadores, a las expresiones emocionales del niño (sonrisas, llanto, angustia, etc.), o bien a sus intentos de aproximación o interacción, también son una forma de abandono emocional.



El Abandono Físico


Los niños que crecen sin la figura del padre, generalmente son inseguros, tienen pobre autoestima y dificultades en los procesos de socialización.


Muchas investigaciones han sido hechas acerca de las posibles consecuencias a largo plazo del abandono de menores. Los efectos varían dependiendo de las circunstancias de dicho abandono, características personales del niño y el entorno del mismo. El abandono no es exclusivamente lo que reportan los medios de comunicación cuando aparecen recién nacidos o niños pequeños en la calle. El abandono físico infantil tiene otro matiz más sutil y que viven los niños y las niñas en el hogar, es ese comportamiento que provoca descuido y desatención de las necesidades básicas, así como la ausencia de los derechos humanos de las niñas y los niños. 


El infante que se encuentra en situación de abandono físico no cuenta con supervisión y vigilancia por parte de sus padres, lo que ocasiona inasistencias injustificadas a la escuela, lo que provoca una serie de alteraciones en el funcionamiento individual, familiar y social de las victimas.


Para que el niño pueda desarrollar habilidades, necesita un ambiente armónico especialmente dentro del seno familiar en el cual él inicia su aprendizaje y en que determinará todas aquellas posibilidades con las que contará. Para el niño que presenta abandono físico esto es complicado ya que no cuenta con el apoyo de sus padres para retroalimentar sus conocimientos y al llegar a una institución le es difícil afrontar la situación que se le presenta al convivir con personas que le manifiesten un poco de cariño del que él carece


















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Maltrato Emocional


Rechazo

Ocurre cuando se niega a reconocer la presencia o valor de una persona. Esto se logra comunicándole a la persona que él o ella es inferior y devaluando sus pensamientos y sentimientos. Por ejemplo, tratando a un hijo/a y/o esposo(a) de manera diferente que al resto de sus familiares de alguna manera injusta o que denote desagrado por el hijo(a) y/o esposo(a) en cuestión.

Degradación

Esto ocurre cuando se utiliza un comportamiento ofensivo, como ridiculizar, apodar, imitar e infantilizar a la persona en cuestión. Su propósito es disminuir la dignidad y valor de la persona y afecta su sentido de identidad en una manera desfavorable. Algunos ejemplos son: gritar, usar palabras obscenas, humillar públicamente o etiquetar a la persona como estúpida, imitar alguna discapacidad o tratar a la persona como si fuera menor de lo que es y no dejarlos tomar decisiones normales para alguien de su edad. Ser objeto de uso sexual o rechazar inhumanamente cuando fuese a ocurrir el acto sexual, rechazar a la persona frente a sus familiares,amigos y/o compañeros, utilización del cuerpo y ser obligado a manipular otro cuerpo sexualmente.

Intimidación y atemorizamiento

Se evoca un miedo extremo en la persona, por medio de la intimidación. Puede incluir poner o amenazar con poner a la persona en un ambiente peligroso o incómodo. Algunos ejemplos: hacer a un niño ver violencia perpetrada en personas a las que el niño quiere o alguna mascota, amenazar con abandonar o matar a un niño, amenazar con dañar las pertenencias de alguien, perseguir, y amenazar con hostigamiento permanente. Tiene importancia desde el punto de vista psicopatológico en lo que se denomina estrés postraumático.

Reclusión

La reclusión se refiere a limitar la libertad de una persona para desenvolverse en una relación normal con otros. Puede incluir un confinamiento físico.






El Abuso Sexual


El abuso sexual constituye una experiencia traumatica y es vivido por la víctima como un atentado contra su integridad fisica y psicológica, y no tanto contra su sexo, por lo que constituye una forma más de victimización en la infancia, con secuelas parcialmente similares a las generadas en casos de maltrato físico, abandono emocional, etc. Si la víctima no recibe un tratamiento psicológico adecuado, el malestar puede continuar incluso en la edad adulta.
En su mayoría, los abusadores son varones (entre un 80 y un 95% de los casos) heterosexuales que utilizan la confianza y familiaridad, y el engaño y la sorpresa, como estrategias más frecuentes para someter a la víctima. La media de edad de la víctima ronda entre los 8 y 12 años (edades en las que se producen un tercio de todas las agresiones sexuales). El número de niñas que sufren abusos es entre 1,5 y 3 veces mayor que el de niños.


El Abuso Fisico


Los indicadores típicos del abuso físico en un menor son las magulladuras o moratones en diferentes fases de cicatrización y de forma extendida en diferentes partes del cuerpo; las quemaduras con formas definidas; las fracturas de nariz o mandíbula, o en espiral de los huesos largos; las torceduras o dislocaciones; las heridas o raspaduras en la cara y la parte posterior de las extremidades y torso; señales de mordeduras humanas; cortes o pinchazos; lesiones internas (en el cráneo o cerebro, síntomas de asfixia...).
El abuso de menores consisten en varios elementos y se enfatizan en dos ideas principales la cuales son: la asimetría de edad y el abuso de poder. La asimetría en edad se refiere en la diferencia de edad que hay entre el agresor y la víctima mientras que el abuso de poder es un factor necesario para el abuso infantil; ya que el mismo implica miedo y obtiene un rol dominante en el ámbito social. El abuso al poder se obtiene por medio de las experiencias y la madurez del agresor. Por esta razón la asimetría de edad se convierte en un factor en el maltrato infantil ; ya que por medio de la edad se pueden descifrar los niveles de experiencia, madurez y sobre todo de malicia del agresor.